(por Jaime Mesa)
“Escribimos solos pero no aislados”
José Emilio Pacheco
Como es ya una costumbre, sobre la marquesina se ha vuelto a poner la frase “relevo generacional”. Empieza a hablarse de una generación que aún no existe, que aún no ha hecho nada para demostrar su valía (porque un puñado de primeras novelas o segundas o terceras no es

A Nosotros (y este nosotros es virtual; es un nosotros que sólo involucra el yo; a mí que ahora escribo), los nacidos en los setenta, nos tocó vivir como escritores el inicio del siglo XXI. Y ante nosotros tenemos una serie de preocupaciones (literarias y sociales) que son a la vez alientos:
1). La impostergable desaparición (una desaparición parcial, claro está) del libro como lo conocemos ahora. 2). El nacimiento en medio de una edad oscura donde la literatura mexicana no es otra cosa que una aparente repetición de intentos fallidos y donde no existe, ni siquiera, una nueva La región más transparente (en el entendido de que ésta es una primera novela y que su

Tres, o más, podrían ser las posturas ante la catarata de propuestas de lo que los “jóvenes escritores” están haciendo o se vislumbra que harán. Las más representativas, quizá, son dos. La de los escritores que tratan de descubrir cuál es el siguiente Gran Tema (mexicano o no). Y la de los escritores que están en busca de una “obra honesta”, ramificación del individualismo que es, como dice Geney Beltrán, “la única comunidad viable para el escritor es la que él formará en torno de sus textos”.
Esta aseveración nos enfrenta con varios asuntos. ¿Estamos ante la continuación o el inicio?
Para arriesgar una sentencia que valga la entrada al juego de las predicciones (entendiendo que

En 2005 Christopher Domínguez (1962) nos dice en qué momento no estamos: “La literatura latinoamericana tuvo su esplendor durante la segunda mitad del siglo veinte”. Luego advierte que por el momento no aparecerán obras como las de los grandes maestros latinoamericanos, y remata diciendo “ninguna cultura tiene por qué librarse de los placeres del estancamiento o de la decadencia”. A manera de cierre de década, quizá, a finales de 2007 Domínguez lanza su controvertido Diccionario crítico de la literatura mexicana (1955-2005) donde sólo menciona a tres autores de los setenta. La generación aún no se ha ganado el derecho más que a ser nombrada como “nueva literatura”.
Artículo publicado en Laberinto, suplemento cultural del diario Milenio. Puede consultarse íntegro en http://www.milenio.com/suplementos/laberinto/nota.asp?id=608863
2 comentarios:
Duro. Muy duro.
ya lo habìa leido, muy interesante, completo, aunque rebatible y convencional.... por supuesto que no cabe todo en un par de páginas, pero no veo tan oscuro el panorama.... creo que el futuro del ensayo es alentador...
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