Por Carlos Vázquez Cruz
Maligna Luz canturreaba de su casa
al alumbrado, del poste a su morada || la voz desparramaba por los balcones
fracasos del corazón || las penas se filtraban por entre las persianas ||
amargaban los cafés recién colados, el pan dispuesto en el plato || un tono
menor pasaba brochazos de versos infames || desempolvaba los fósiles del
recuerdo
Maligna Luz grababa y escupía
canciones etílicas || plantaba pie en el polvoroso asfalto a las precisas seis
|| dejaba caer los arpegios de la noche, que también se desplomaba || las
vísceras del barrio, borrachas de remordimiento || a lágrima viva, las esposas
trémulas fumaban y bebían || los maridos se esmelenaban frente al tabaco y la
botella ||maldecían a esa hija de lucifer nacida con una vitrola de guitarras y
tangos en las cuerdas || sin embargo, Maligna Luz jugaba un papel estelar en el
infortunio || los desgraciados, acostumbrados a sufrir, no podían, no sabían,
ni querían, hacer otra cosa
La mente, como toda galería, reúne
viejeras preciosas o despreciadas, más o menos inútiles || para cada una, se ha
compuesto un bolero
Malacostumbrismo (Erizo Editorial, 2012) es el más reciente libro
de Carlos Vázquez Cruz (Puerto Rico 1971). Está constituido por siete relatos que
tienen en común el entorno marginal, donde las tensiones generadas por la
pobreza y la incomprensión se descargan violentamente sobre quienes habitan las
coordenadas del desamparo: desde el niño violado por el padre hasta la
adolescente lesbiana castigada por sus “alardes de igualdad”. El crudo realismo
con el cual los relatos son presentados no evita que Vázquez Cruz ponga en
juego una amplia variedad de recursos literarios que, si bien no tiene el mismo éxito en cada texto, en algunos momentos armonizan de modo sobresaliente. El caso de la
cercanía rítmica y figurativa que el cuento “Bolero y rosas” tiene con dicho
género de la canción popular (del cual, se dice en el libro, los hombres cantan
para que las mujeres los compadezcan) hace que sea mi favorito de toda la
colección.