jueves, 22 de diciembre de 2011

No me preguntes nada (Fragmento)

por Ariel Lemarroy

Quién iba a decir que en todas las
colonias iban a aparecer montañas de basura como un último homenaje a la época neoliberal, porque allí estaban los televisores comprados en abonos, los dvd's, los automóviles bañados de lodo, inservibles, como los muebles estilo Chippendale junto a los librso de Paulo Coelho de las bibliotecas light, como las latas de refresco rescatadas del lodo por los indigentes que hurgan en busca de comida, de un pedazo de silla, de un televisor inservible que llevan a su casa quién sabe para qué, porque cuando uno pregunta, y responden, Para lo mismo que lo tenían los ricos, por lo que no queda más que imaginarse que los van a colocar en un nicho para rendirles culto ahora que las imágenes religiosas se cubrieron de lodo.
Después que descendieron las aguas se comenzó a hablar de milagros. Cuál milagro, me dice una mujer en la colonia Municipal, no se salvó nada, ni siquiera los libros que ya no sirven para decorar las salas que ahora son lodazales donde aparecen víboras y peces diablo.
Yo encontré camarones pegados a la pared, me aseguró otra mujer frente a su casa en la calle Aureliano Colorado, en la colonia Municipal, y maldecía a esos peces diablo, o plecostomus, de la familia de los loricáridos, que quién sabe cómo llegaron desde Brasil hasta los ríos de Tabasco.

Y no estoy soñando, ni he tomado licor, ni he leído novelas de realismo mágico, pero los vi sobre la cama, algunos muertos y otros aleteando entre la fetidez de los desechos orgánicos, y los había también sobre la mesa, en el sofá y en la cocina, junto a los cuerpos moribundos de las ratas.
Y ahora asómese usted al interior de la casa, me dijo la mujer cuando se dio cuenta de la cámara que yo traía colgada del pescuezo y del gafete que me acreditaba como reportero.
Después de eso no pronunció más palabras, porque como dicen los cronistas de sociales, "se le formó un nudo en la garganta".

Yo la veía de reojo mientras tomaba fotos de la sala, y observé cómo se le corrían las lágrimas sobre la cara recubierta de polvo, polvo de verdad, no como en las telenovelas, porque en la casa flotaban hojas impresas con mensajes de una iglesia cristiana.
El agua no respetó nada, volvió a decir la mujer, y entonces vi el letrero de metal clavado en la fachada: "En este hogar somos católicos, no aceptamos propaganda protestante".



lunes, 21 de noviembre de 2011

Revista Coroto


He tenido la oportunidad de ver de cerca el crecimiento de un proyecto editorial muy serio en El Paso, Texas: Coroto. Se trata de una revista dedicada a lo más sobresaliente de la literatura en lengua española. Sus editores: Daniel Ríos, Daniel Centeno y Diego Bustos, son conocedores y estudiosos de nuestra tradición literaria y se han propuesto trabajar por dar a conocer lo más granado de las plumas en ambos lados del Atlántico. Para su primer número han reunido textos de escritores que están acrecentando la actualidad de nuestras letras: Antonio Gamoneda, Juan Gelman, Juan Villoro, Ana María Shúa y la inclusión de una pluma de primer nivel internacional como la del japonés Ryonosuke Akutagawa.
Esta es una publicación intenta ser gratuita, para lo que requiere el apoyo de todos los lectores interesados en lo más granado de la literatura internacional. Pueden acercarse a ellos a través de su página web (revistacoroto.com) y en




lunes, 29 de agosto de 2011

Adentro no se abre el silencio, de Nadia Escalante

por Agustín Abreu Cornelio
Publicado en Ágora (Agosto 2011)

Contracción y expansión rigen el universo poético que Nadia Escalante presenta en Adentro no se abre el silencio. A golpe de sístole y diástole el poema se va conformando no sólo rítmicamente, sino de un modo visual y conceptual. El enunciante sabe que lo inmóvil no existe, pues el tiempo sólo es posible en la continuidad del cambio en el espacio; sabe que aún en el silencio hay reverberación: “no es posible decir lo inmóvil” porque el decir lo transforma, lo conmueve.
Construido como un poema en once cantos, el cuaderno Adentro no se abre el silencio busca capturar la naturaleza ígnea de un quehacer artístico que anula la contemplación, pues el enunciante se funde con el material poético y es partícipe de la violenta confluencia de las palabras: “hablo de mí / en contra de mi lengua / en el asedio de mi garganta / en el caño inverso de la asfixia”. El cuerpo mismo es cortado por el grito poético y da cabida en sí a todo lo que se enuncia: el mar, montaña y fauna submarinas, la sal, como si ello fuera resultado de un procedimiento médico.
En un poema donde el mar tiene tanta participación sería común que el “adentro” del título nos sumergiera en esa inmensidad líquida donde el silencio predomina, según cuentan los buzos. Pero el “adentro” de Nadia está en la conciencia poética. Si Octavio Paz, en “El caracol y la sirena”, había hecho la analogía del caracol y el cráneo como cajas de resonancia donde perduran la música del mar y la del poema, en Escalante el poema crece y se contrae como los latidos de la migraña mientras “toda palabra se atornilla a su contraria”.
Adentro no se abre el silencio es un delirio arraigado a la tradición poética mexicana tan proclive al poema de largo aliento. Cercano a “Sindbad el varado”, de Gilberto Owen, por la participación del mar en lo inmóvil, pero más por la continua confluencia de creación poética y sufrimiento físico; aunque se aparta de él por la completa ausencia del tema amoroso (aquí la única alusión a un enunciatario hace referencia a quien lee, y lo increpa: “qué sabes tú del grito líquido que me corre entre las venas”). Cercano también, en cuanto a su aproximación a la conciencia creadora, a “Muerte sin fin”, de José Gorostiza. Tales reconocimientos son posibles, pero la voz de Nadia Escalante no se parapeta tras las grandes figuras, sino que busca la autonomía con un lenguaje y con recursos que son muy ajenos a los utilizados por los poetas del grupo Contemporáneos.
El delirio creativo, el fervor a 42ºC que nos propone, permite el continuo trastrocamiento de los puntos de referencia: arriba-abajo, continente-contenido, inmenso-diminuto, se mezclan en la solución salina que se nos infunde por el catéter de la poesía. La poeta ha logrado apropiarse de los pertrechos de un mundo alienado que se empeña en vaciar a las palabras de significado, y los ha dispuesto para explotar la polisemia a base de repeticiones, variaciones, acumulación, yuxtaposición de situaciones, entre otros recursos que fueron caros a los movimientos vanguardistas y que en la voz de Nadia Escalante se renuevan.
Una frase tan sugerente como “el mar avanza siempre tras su propio regreso”, basada en la antítesis y construida rítmicamente como un alejandrino, se simplifica posteriormente en “el mar siempre retrocede” sin perder un ápice de complejidad simbólica, por el contrario, armonizando el fraseo con el flujo y reflujo, con el movimiento de que he hablado al inicio. Esta congruencia entre forma y sentido –más bien, este desbordarse el sentido en una forma– da una idea de la pasión y la paciencia con las que estos poemas se han venido trabajando, sobre todo si sabemos que Adentro no se abre el silencio es el primer trabajo que Nadia Escalante cede a la imprenta. Es también un poema que compromete a poeta y a lectores. Quizá por lo último es pertinente el epígrafe de Edmond Jabés: “Inútil es el libro cuando la palabra carece de esperanza.”



* Escalante, Nadia (2010). Adentro no se abre el silencio, Fondo Editorial Tierra Adentro (Col. La Ceibita), México, DF.

martes, 16 de agosto de 2011

Teódoto

por Constantino Cavafis

Si te consideras realmente entre los elegidos,
¡ten cuidado del modo en que triunfes!
Si hasta en las ciudades de Italia y Tesalia
resuenan tus proezas,
si tus admiradores en Roma
te conceden nuevos honores,
toda tu alegría y tu orgullo se desplomarán
y no te sentirás del todo un gran hombre
(y por otra parte, ¿de qué grandeza se trata?)
cuando en Alejandría, Teódoto
te lleve sobre un trapo sangrante
la cabeza del infeliz Pompeyo.

Y no creas que tu estrecha vida,
menguada y ordinaria, deja de ofrecer
algunas terribles peripecias:
tal vez, en este momento,
en casa de uno de tus vecinos,
en una mansión no menos
bien dispuesta que la tuya,
invisible, inmaterial
Teódoto entre llevando
una cabeza cortada.

sábado, 6 de agosto de 2011

La hostia que lo borra


por Daniel Bencomo

El tigre ya no está, sordo canal de negra miel lo abate. Se abre el no existir dentro de sí, fragmento del monzón sin equilibrio. La nube su reflejo sostiene: máquina de aceite sin volver el camino, filón de precipicio. Lo carcome algo mayor allá de sus pupilas, hecho mar en brama su canino, adentro a lo Jonás le escurre vida. Otro espectro, huella múltiple, despliegue del desastre. Caminan sobre él, bajo él, entre la luz arañada de su cuerpo, por el ácido coloquio de su celo. Alteran su muerte, lo desnudan de materia, el tigre ya no está y la hostia que lo borra es un dragón de hormigas. La gente en Bombay acelera los laúdes, lame el hueco del estío y en la televisión naufraga. El tigre ya no está: su muerte eriza la espalda de los ríos, mientras lo llevan silencioso a la panza de la nada.

jueves, 28 de julio de 2011

Las piernas de Hammelin


por Héctor Carreto

I

Cierto día la secretaria fue sin medias al trabajo.
Esto les produjo ceguera a los guardianes
y júbilo a los pájaros,
que cantaron con fuerza.
El jefe enloqueció, no creyó tener enfrente
un imperio de piel sobre dos zapatillas:
qué decir del brillo que despierta ese paisaje,
qué decir del pie,
piel metida en otra piel.
El intendente, espuma en los labios,
no volvió a salir del baño
y las otras secretarias, boquiabiertas,
se volvieron fruta amarga
y perdieron dientes, labios masculinos.

II

Ardió Roma:
a la oficina la transformaron
en un manojo de ratones alelados.
¿Magia negra?, ¿magia verde?
La blusa de siempre, la falda de siempre,
los tacones de siempre.
Entonces, ¿por qué vino
sin medias?, ¿las olvidó?, ¿lo hizo adrede?
(Ella sonríe;
como no sabiendo del asunto;
sus piernas, sin embargo, siguen frotando el aire
hasta encender el edificio.)

III

En fin, sólo faltó en esta historia
el príncipe azul que le pidiera la mano,
perdón,
el pie.

sábado, 23 de julio de 2011

Soledad al cubo, de Francisco Hernández

por Agustín Abreu Cornelio
Publicado en Rio Grande Review

Francisco Hernández (1946) es heredero de una tradición que, si bien tiene un mítico origen en el ditirambo griego, ha alcanzado sus cumbres en la época moderna con Novalis, Rimbaud, Pessoa, Antonio Machado y otros en quienes el yo multiplicó sus entidades enunciativas como una alternativa a la realidad. No es Dionisos el que habla en estos poetas, sino la neurosis asumida como una posición estética que invita a la fragmentación del mundo, de la verdad, del ser en múltiples faces que puede plasmarse como lo hicieron los cubistas –corriente favorable, pues Soledad al cubo (Colibrí, 2001) es el poemario que incita estas líneas.

Un aforismo tatuado en Francisco Hernández: “Poesía: lo cura”, sintetiza la anomalía social y psicológica (lo-cura), con el rol de un lenguaje capaz de transformar el mundo, a veces por simple contigüidad (“Enciendo una vela y ella la apaga. Lo líquido del humo llega hasta el piso.”) o mediante la reiteración de imágenes. Así el tiempo, en Soledad al cubo, delata la fugacidad del yo impelido hacia el otro/a: “El tiempo daría su vida por convertirse en espejo” o “(…) donde la única eternidad / es la hembra ausente”. De Ellasólo permanecen huellas amenazadas por el olvido (la marca del bilé en una taza, una carta suicida) que acentúan el fracaso de la relación, lo cual se expresa en los títulos de las partes primera (Al garete) y última, que da nombre al libro.


Leer más en: http://riograndereview.com/spring-2011/rgr-online-2011/resenas/soledad-al-cubo-francisco-hernandez-colibri-2001/


martes, 28 de junio de 2011

Careta (II)

por Félix de Azúa

Head of the plaster effigy of Jeremy Bentham, constructed around his skeleton and dressed in his clothes, which is kept in the South Cloister of University College, London.

Y en efecto: ahí está el noble Bentham.
Su sombrero de paja.
La chorrera de plisado encaje, unos cabellos blancos
rozan el cuello de la camisola.

Muy parecido a Franklin, de perfil.

Ahí está su esqueleto revestido de una carne postiza
que nada tiene que envidiar a su carne real.
Sobre todo si pensamos que la carne de Jeremy Bentham
debe, en este momento, taponar una barrica de whisky.

Un hombre satisfecho de sí mismo y que legó su cuerpo
por propia voluntad (by his will) a esta Universidad.
Menospreciaba la religión y la poesía (misrepresentations,
decía, inclinando su cabeza bondadosa).

¿Y esta inmortalidad, digo?
Así fueron los racionalistas, así fueron los materialistas.

Nos legaron fantasmas como éste: cadáveres vivientes
recluidos en el siniestro claustro de un colegio británico.

Otros, más exaltados,
permitieron que su cuerpo siguiera el camino prescrito
y decían: Nuestras extravagantes opiniones metafísicas;
baratijas colgadas del cabezal de un lecho,
donde agoniza un niño mortalmente enfermo.


viernes, 15 de abril de 2011

Poética

por Heberto Padilla

Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.


lunes, 21 de marzo de 2011

The Vampire

Un poema popular griego, cuyo origen se remonta a la época post bizantina, que muestra cómo era entendida en su origen la figura del vampiro. Entre las coincidencias con creaciones posteriores, vale destacar la figura de la novia y la promesa por cumplir, que aparecen en poemas como "La novia de Corinto", de Goethe. También es importante el entorno en el cual se ambienta el poema, las grandes plagas que asolaron Europa durante la Edad Media, las cuales, suele decirse, abonaron las leyendas vampirescas de los muertos en vida (se cuenta que aquellos moribundos, enterrados aún con vida, se arañaban y arrancaban el cabello en el punto culminante de la asfixia).
(La traducción al inglés es de Rae Dalven.)


Mother with your nine sons and your only daughter,
your daughter dear, and only, and much beloved,
twelve years you had her and the sun never saw her;
you washed her in the sahdow, you combed her in the dark,
by evening star and morning star you curled her hair.
When form Babylon they brought you marriage offers
to marry her afar, in very distant foreign lands...
Eight brothers were against it, but Constantine agreed:
"Give her in marriage, Mother, let Arete go to foreign lands.
Then when to foreign lands I travel, to foreigns lands I go,
I will find refuge, a little house to stay."
"Constantine you are a wise, but now your words are foolish,
for if death, my son, should visit me, or wasting disease,
sorrow or joy should come, who will bring her home?"
God he made his guaranto, the saints his witnesses,
if death or illness should befall,
come weal or woe, he'd bring her home.

And when in a foreign land Arete was wedded
a lean year came and angry months,
and plague followed and the nine brothers died.
The mother found herself alone, a single stalk in the field.
Over the eight graves she beat her breast, she mourned,
at the grave of Constantine she lifted the tombstone:
"Constantine arise! I must have my Arete!...
God you made your guarantor, the saints your witnesses,
come weal or woe, you would bring her home."
Her prayer raised him from the coffin!
He made the clouds his horse, the stars his bladric,
the mood his companion, and he went to bring her:
"Come, my little Arete, for our mother needs you."
"Woe is me, brother dear, why at this hour!
If it is for joy, I shall wear my gold,
and if it is for sorrow, tell me, and I will come as I am."
"Come, my little Arete, come as you are."...
On the road they traveled, the road they walked,
they heard birds singing, they heard birds saying:
"How strange to see a dead man lead a fair live maid!"
"Hearken, my Constantine, to what the birds are saying:
'How strange to see a dead man lead a fair live maid!'"
"They are witless birds, let them chatter,
they are foolish birds, let them talk."
And as they go farther, other birds took up the cry:
"What do we birds see to our sorrow!
the linving walking hand in hand with the dead!"
"Do you hear, my Constantine, what the birds are saying?
'How the living are walking hand in hand with the dead!'"
"They are fledglings, let them chatter,
they are fledglings, let them prate."
"O brother dear, you freighten me, your breath is incense -laden!"
"Last night when we went to the church of St. John,
the priest sprinkle incense with liberal hands..."
And as they went farther, other birds took up the cry:
"Almighty God, what wonders you endlessly perform,
to let a dead man lead such a fair and graceful girl!"
Once more Arete heard it and her spirits sank:
"Do you hear, my Constantine, what the birds are saying?
Tell me, where is your hair, your manly moustache?"
"I suffered from a fever, that brought me close to death,
my blonde hair fell out and my manly moustache."

They found the house locked, securely bolted,
and the windows of the house thick with cobwebs:
"Unbar the door, dear Mother, your Arete is here!"
"Go if you are Death, I have no sons for you,
and Arete dwells afar in a land of strangers."
"Unbar the door, dear Mother, it is I, your Constantine.
God I made my guarantor, the saints my witnesses,
come weal or woe, I'd lead her back to you!"...
Before she could unbar the door, Death had stepped inside.

lunes, 28 de febrero de 2011

El día de la muerte

por Sergio Mondragón


Poemas inconclusos dejados en las mesas
como deja sus huevos el mar entre las rocas
como yacen los muertos en las playas
los peces en las redes

Poemas inconclusos
al dejar la casa en la mañana
al quitarnos el traje que portamos
al ver la cara de lo obscuro
al soltar lo que debe dejarse en los umbrales
en la disolución de lo azul
en la vuelta al ocre de los lodos
en un abismo sin caída ni asidero
eufóricos de soles y mareas:

todo lo que uno es, revelado de golpe;
la tierra y el agua jadeantes en las mejillas
al aspirar para siempre el tono de las rosas
transfigurados en la respiración final
las llaves perdidas
los lentes quebrados
la casa vacía
la casa quieta en su salitre
a solas con poemas inconclusos
dejados en las mesas

lunes, 14 de febrero de 2011

Respete las señales

por Francisco Hernández
para Toño Valle

No deje poemas
sobre el pavimento.

Página izquierda
sólo para rebasar.

Endecasílabos
a 150m.

Conceda cambio
de estrofas.

Precaución:
entrada y salida de sonetos.

No rebase con rima continua.

Poesía urbana:
velocidad restringida.

No maltrate las vocales.

Poemas con más de 10 versos,
por la autopista.

Si escribe, no maneje.

Precaución: poema próximo.

Despacio: hombres escribiendo.

Elija su poema oportunamente.

Esta carretera
no es de alta poesía.

Disminuya su velocidad
de lectura.

Se consignará a la persona
que tire poesía.

Retorno a 250 versos.

viernes, 28 de enero de 2011

Del "Cancionero apócrifo"

Fernando Tejada (José Emilio Pacheco)

Al dejarme creíste ganar algo, muchacha.
Ahora, pasado el tiempo, hablas de mí con otro.
Dices que sólo valgo cuando empaño
la blancura insondable de una página.
Y crees que la poesía va a preservar mi nombre.

Te agradezco esa última, esa inútil
manera de quererme.
Te equivocas
(lo digo sin dolor y sin desprecio a nada):
mis versos vivirán menos que tu belleza.

Entradas populares