de Juan Bañuelos
A los hombres, a las mujeres
que aguardan vivir en soledad,
al espeso camaleón callado como el agua,
el aire arisco (es el aire un pájaro atrapado),
a los que duermen mientras sostengo mi vigilia,
a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio.
En fin, diciendo ciertas cosas reales
en una lengua unánime, amorosa;
a los niños que sueñan en las frutas
y a los que cantan canciones sin palabras en las noches
compartiendo la muerte con la muerte,
los invito a la vida
como un muchacho que ofrece una manzana,
me doy fuego
para que pasen bien estos días de invierno.
Porque una mujer se acuesta a mi lado
y amo al mundo.
Foto tomada de la web de la Enciclopedia de la literatura en México. |
Luego de los grandes poemarios colectivos trabajados junto a Óscar Oliva, Jaime Labastida, Jaime Augusto Shelley y Eraclio Zepeda (La espiga amotinada, que daría nombre al grupo, y Ocupación de la palabra, publicados en 1960 y 1965), Juan Bañuelos publicó en 1968 Espejo humeante --donde se incluye este poema--, obra con la cual ganó el Premio de Poesía Aguascalientes en su primera edición. El título, referencia a Tezcatlipoca y a su relación con Quetzalcóatl, en el mito náhuatl, da un indicio de la propuesta poética del libro: una voluntad de identificación comunal a partir del retrato crudo de quien se mira en el libro/espejo.