de Jorge Eduardo
Eielson
cuando lo conocí paolo miraba
como es natural
una joven alta y luminosa
me dijo dándome la mano de una orilla a otra
del Tíber que tal vez soñaba
que no era cierto
que sin duda esa muchacha
no existía
y que la amistad
era tan solo una palabra
luego me habló del pan
de cada día del vino rojo y de mujer e hijos
y de la inmensa pobreza
en que vivía
y viéndolo tan fuerte y abatido
yo pensaba
sería trabajo fácil para él
llevarse el día en un camión
subir al cielo en overall
desenterrar el huevo de la luz
y acariciarlo
noche tras noche hasta romperlo
y ver surgir a dios por fin
y nunca más partir al alba ni estrenar
con el primer café de cada día
la misma sonrisa carcomida
pero entretanto
la pobreza de paolo continuaba
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