domingo, 23 de febrero de 2014

A todo nada, de Fernando Nieto Cadena

Algunos medirán y me dirán lo mucho o poco que ha contribuido Fernando Nieto Cadena a la poesía tabasqueña y campechana. Lo que nadie podrá negar es que —más allá de los adverbios— el poeta ecuatoriano-mexicano ha aportado cierta irreverencia que tanta falta hace en un panorama en el que priva la solemnidad. El trópico que se presenta en su poesía ya no es el paraíso inmaculado, sino el espacio en el que crece una urbe degradada/disfrutada por los vicios y ocios característicos de la modernidad.
A todo nada, editado por el Instituto Veracruzano de la Cultura en 2012, es un libro en el que el tono chacotero se encuentra pleno de nostalgia. Los recuerdos, como vivencias aisladas que enfatizan la pluralidad del pasado y se oponen a la conformación de una memoria homogénea y confortable, se manifiestan en una voz que no consiente desprenderse de lo que ha quedado escrito: prolonga la enunciación, recupera lo ya dicho y se sirve del pastiche. El mundo vivido se rehace continuamente y lo mismo ocurre con el sujeto lírico.



Aquí una pequeña muestra de A todo nada.


La musanovia que ya no me visita es tan pequeña que al caminar se tropieza con su minifalda Pero la quise Claro que la quise la llevé en mi corazón y cuando se iba los riñones entristecidos me lanzaban literalmente sic a descargar mi conciencia en los niágaras domésticos donde imaginaba tirar su pañuelo para ver cómo se hundía para que sea el último cariño de mi recuerdo Eso sí nunca se me ocurrió prometerle comer perdices antes y después y mucho menos durante los deslices por los acantilados contramareas y selvas de los espeluznes y deslumbres del coito ergo sum Sin embargo la recuerdo pero no pienso ni quiero escribir los versos más tristes esta noche porque ella fue y es como el ave maría que vuela y vuela sin cesar Ella siempre se negó a envejecer Alguna vez me dijo son los espejos los que envejecen son quienes nos ven envejecidos por el sobresalto de estar vivos en estos bushianos tiempos de bombas misiles y otras contingencias que los merolicos melodramatizan para vendernos chucherías demagógicas La musanovia que ya no me visita porque se dio cuenta que soy poeta desacreditado porque nunca cargo saldo a favor en mi celular porque no muestro un abanico de tarjetas bancarias para pagar con plástico lo que de plástico es Ella ya me olvidó pero yo no puedo olvidarla Me dejó en la ruina sentimental sin el condominio sentimental de tiempo compartido que mi débil corazón diabético dispuso para ella los días jueves Esto lo saben bien los días jueves la soledad la lluvia y los caminos que me llevan y traen de la colonia petrolera al centro a parrilla dos y ahora villa las flores pasando por el nuevo seguro doblando a la izquierda siempre izquierda antes de llegar al reclusorio no sea que al pasar me digan dónde vas poetita cabrón Y qué les voy a decir a tan probos pulcros custodios de la inseguridad pública tan honestos como políticos en goce de licencia para enriquecerse a costillas de su sacrificado servicio a la patria al estado al municipio ¿Qué les voy a decir? Van a decirme pinche poetita chillón ya ni la riegan no aguantan nada sólo porque la vieja ninfómana musanovia lo abandonó entre las zarzamoras y nopales de su pena Ella era pequeña mucho más que las minifaldas que usaba para disimular las profundas ojeras de sus labios verticales Anda por ahí ofreciendo la ofrecida sus quebrantos los desmayos del desamor el velo hirsuto de la melancolía para que los escribanos literatos poetas humedezcan las computadoras para escribir con sangre  con tinta sangre del corazón la historia de un amor que ya quisiera televisa echarla a joder como lo ha hecho con la lucha libre Ella La musanovia la más novia musa de mis musanovia Cómo no seguirla amando si me faltaba aún poner en práctica las posturas combinadas del kamasutra que habíamos empezado a diagramar por cuenta propia De las musanovias señores ya no hay que hablar

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