martes, 16 de diciembre de 2014

Convocatoria de la Spanish and Portuguese Review




Desde hace algunos meses estoy colaborando con esta revista auspiciada por una importante asociación académica: la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese (AATSP). La revista no sólo acepta trabajos sobre literatura y cultura hispanoamericanas y lusobrasileñas, también acepta artículos sobre enseñanza de nuestros idiomas, reseñas, entrevistas y más.

Esta es una gran oportunidad para publicar sus trabajos y fortalecer el CV.

Pueden acceder a los lineamientos de publicación dando click aquí.



lunes, 12 de mayo de 2014

Vigencia de las vanguardias



Entre el 2 y el 13 de junio de 2014 estaré al frente del curso Vigencia de las vanguardias en la Escuela de Escritores José Gorostiza de Villahermosa, Tabasco. Allí leeremos y discutiremos poemas, proclamas, manifiestos, cuentos y otros textos creados por autores latinoamericanos vinculados con los movimientos artísticos de vanguardia. El curso está dirigido a lectores y creadores con experiencia en lectura analítica de textos literarios y que estén interesados en el fenómeno de las vanguardias literarias en Latinoamérica. El curso privilegia, por un lado, la visión panorámica y, por otro, la variedad de recursos literarios utilizados en los textos, por lo que permitirá a los estudiantes pensar sus proyectos creativos como herederos de las búsquedas vanguardistas.
Para más información: escuelaescritores@hotmail.com

lunes, 5 de mayo de 2014

Bolero y rosas (Fragmento)

Por Carlos Vázquez Cruz


Maligna Luz canturreaba de su casa al alumbrado, del poste a su morada || la voz desparramaba por los balcones fracasos del corazón || las penas se filtraban por entre las persianas || amargaban los cafés recién colados, el pan dispuesto en el plato || un tono menor pasaba brochazos de versos infames || desempolvaba los fósiles del recuerdo
Maligna Luz grababa y escupía canciones etílicas || plantaba pie en el polvoroso asfalto a las precisas seis || dejaba caer los arpegios de la noche, que también se desplomaba || las vísceras del barrio, borrachas de remordimiento || a lágrima viva, las esposas trémulas fumaban y bebían || los maridos se esmelenaban frente al tabaco y la botella ||maldecían a esa hija de lucifer nacida con una vitrola de guitarras y tangos en las cuerdas || sin embargo, Maligna Luz jugaba un papel estelar en el infortunio || los desgraciados, acostumbrados a sufrir, no podían, no sabían, ni querían, hacer otra cosa
La mente, como toda galería, reúne viejeras preciosas o despreciadas, más o menos inútiles || para cada una, se ha compuesto un bolero






Malacostumbrismo (Erizo Editorial, 2012) es el más reciente libro de Carlos Vázquez Cruz (Puerto Rico 1971). Está constituido por siete relatos que tienen en común el entorno marginal, donde las tensiones generadas por la pobreza y la incomprensión se descargan violentamente sobre quienes habitan las coordenadas del desamparo: desde el niño violado por el padre hasta la adolescente lesbiana castigada por sus “alardes de igualdad”. El crudo realismo con el cual los relatos son presentados no evita que Vázquez Cruz ponga en juego una amplia variedad de recursos literarios que, si bien no tiene el mismo éxito en cada texto, en algunos momentos armonizan de modo sobresaliente. El caso de la cercanía rítmica y figurativa que el cuento “Bolero y rosas” tiene con dicho género de la canción popular (del cual, se dice en el libro, los hombres cantan para que las mujeres los compadezcan) hace que sea mi favorito de toda la colección.

domingo, 23 de febrero de 2014

A todo nada, de Fernando Nieto Cadena

Algunos medirán y me dirán lo mucho o poco que ha contribuido Fernando Nieto Cadena a la poesía tabasqueña y campechana. Lo que nadie podrá negar es que —más allá de los adverbios— el poeta ecuatoriano-mexicano ha aportado cierta irreverencia que tanta falta hace en un panorama en el que priva la solemnidad. El trópico que se presenta en su poesía ya no es el paraíso inmaculado, sino el espacio en el que crece una urbe degradada/disfrutada por los vicios y ocios característicos de la modernidad.
A todo nada, editado por el Instituto Veracruzano de la Cultura en 2012, es un libro en el que el tono chacotero se encuentra pleno de nostalgia. Los recuerdos, como vivencias aisladas que enfatizan la pluralidad del pasado y se oponen a la conformación de una memoria homogénea y confortable, se manifiestan en una voz que no consiente desprenderse de lo que ha quedado escrito: prolonga la enunciación, recupera lo ya dicho y se sirve del pastiche. El mundo vivido se rehace continuamente y lo mismo ocurre con el sujeto lírico.



Aquí una pequeña muestra de A todo nada.


La musanovia que ya no me visita es tan pequeña que al caminar se tropieza con su minifalda Pero la quise Claro que la quise la llevé en mi corazón y cuando se iba los riñones entristecidos me lanzaban literalmente sic a descargar mi conciencia en los niágaras domésticos donde imaginaba tirar su pañuelo para ver cómo se hundía para que sea el último cariño de mi recuerdo Eso sí nunca se me ocurrió prometerle comer perdices antes y después y mucho menos durante los deslices por los acantilados contramareas y selvas de los espeluznes y deslumbres del coito ergo sum Sin embargo la recuerdo pero no pienso ni quiero escribir los versos más tristes esta noche porque ella fue y es como el ave maría que vuela y vuela sin cesar Ella siempre se negó a envejecer Alguna vez me dijo son los espejos los que envejecen son quienes nos ven envejecidos por el sobresalto de estar vivos en estos bushianos tiempos de bombas misiles y otras contingencias que los merolicos melodramatizan para vendernos chucherías demagógicas La musanovia que ya no me visita porque se dio cuenta que soy poeta desacreditado porque nunca cargo saldo a favor en mi celular porque no muestro un abanico de tarjetas bancarias para pagar con plástico lo que de plástico es Ella ya me olvidó pero yo no puedo olvidarla Me dejó en la ruina sentimental sin el condominio sentimental de tiempo compartido que mi débil corazón diabético dispuso para ella los días jueves Esto lo saben bien los días jueves la soledad la lluvia y los caminos que me llevan y traen de la colonia petrolera al centro a parrilla dos y ahora villa las flores pasando por el nuevo seguro doblando a la izquierda siempre izquierda antes de llegar al reclusorio no sea que al pasar me digan dónde vas poetita cabrón Y qué les voy a decir a tan probos pulcros custodios de la inseguridad pública tan honestos como políticos en goce de licencia para enriquecerse a costillas de su sacrificado servicio a la patria al estado al municipio ¿Qué les voy a decir? Van a decirme pinche poetita chillón ya ni la riegan no aguantan nada sólo porque la vieja ninfómana musanovia lo abandonó entre las zarzamoras y nopales de su pena Ella era pequeña mucho más que las minifaldas que usaba para disimular las profundas ojeras de sus labios verticales Anda por ahí ofreciendo la ofrecida sus quebrantos los desmayos del desamor el velo hirsuto de la melancolía para que los escribanos literatos poetas humedezcan las computadoras para escribir con sangre  con tinta sangre del corazón la historia de un amor que ya quisiera televisa echarla a joder como lo ha hecho con la lucha libre Ella La musanovia la más novia musa de mis musanovia Cómo no seguirla amando si me faltaba aún poner en práctica las posturas combinadas del kamasutra que habíamos empezado a diagramar por cuenta propia De las musanovias señores ya no hay que hablar

sábado, 8 de febrero de 2014

Presentación de Extinción del testimonio

Mi libro Extinción del testimonio va a presentarse en Villahermosa, Tabasco, en el marco del X Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer. La cita es el jueves 13 de febrero, a las 18:00 horas en el auditorio de la biblioteca José María Pino Suárez.




Sobre él, escribió José Díaz Cervera:

“Desde la erosión en que acontece el testimonio, Agustín Abreu Cornelio se aproxima al mundo; su voz sabe que la memoria es una forma de la fiebre y que hay algo duro e irrevocable en nuestras vi­das aconteciendo siempre bajo las formas diversas y rigurosas del padecimiento.
Con esa exactitud, la poesía de Abreu Cornelio ha aprendido a moverse con soltura en el silencio, haciendo de éste el testigo fiel de las circunstancias en que nos ha tocado vivir. Violencia, enferme­dad, indefensión, olvido e indiferencia constituyen la crónica que se incendia bajo las palabras de este poemario, que tiende a la dis­locación constante casi como un mecanismo de voluntad discursiva que funciona como única salvaguarda contra el pesimismo.

Literatura penetrante es la de este libro donde la palabra es un acto de fe cuya misión es aligerar el peso del tiempo. Sin renun­ciar a su vocación intimista, la poesía de Agustín Abreu Cornelio se proyecta hacia un cosmos que no deja de interpelarnos —severa­mente— con sus puertas oscuras, sus paredes de sal y sus ventanas de rabia y de reclamo.”

Más información sobre el X Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer Cámara, aquí.


sábado, 1 de febrero de 2014

Tres poemas

Gracias a la invitación de la poeta Andrea Cabel, Consulta Previa ha publicado en Perú tres poemas míos. Aquí tienen uno de ellos. 



Héroe
…dispuestos a combatir aunque sepamos que la
derrota es el único premio de los héroes.
Vicente Quirarte

I

la vigilia me conmueve más que el silencio

desvelo la embriaguez y el odio por recordar
labios diciendo que no que no te han visto
y por el sabor diluido de mis lágrimas

tantas horas lleva el sueño
sacudiendo su guadaña sobre mí
que yo podría ser otra fotografía del desencanto

II

pasa el tiempo sobre las semillas
y se va secando mi corazón

quién me viera con el diablo en el gatillo…

el sueño está vacío en el ataúd
el sueño tan blanco como un beso

quién me viera escribiendo en el gatillo…




Los otros dos poemas pueden leerse aquí.

jueves, 16 de enero de 2014

El amor es un vivo gato muerto

Manifestaciones del realismo virtual en Doble filo, de María Elena Aura


Inmersos en la asombrosa cantidad de signos que se nos presentan como evidencia indubitable de la realidad, o realidades, y que sin embargo están en constante cambio, es natural que los seres humanos nos angustiemos ante la posibilidad de ampliar el espacio y el tiempo más allá de las dimensiones físicas. El vaticinio de Elías Canetti sobre la muerte de la Historia se está concretando, no en la abolición de los acontecimientos en los que participa la colectividad, sino en el vértigo individual ante el riesgo de que verdad y mentira se manifiesten en la misma forma. Para decirlo en palabras de Jean Baudrillard: “las apuestas ya no son sólo que la ‘historia’ se está deslizando en lo ‘poshistórico’, sino que la raza humana se está deslizando hacia el vacío.” (17)
Imágenes y sonidos llegan hasta nosotros de partes del mundo tan diversas que es imposible corroborar su efectiva existencia. También nos lo impiden su fugacidad, su frecuencia y su origen diverso: medios, gobiernos, gente común (con el auge de las redes sociales) nos las obsequian indiscriminadamente. Estos signos han llegado a suplantar a la realidad, se han convertido en una hiperrealidad, como lo afirma Baudrillard al comentar el apólogo borgiano del mapa y el territorio: “hoy no queda nada salvo el mapa (la abstracción virtual del territorio) y en este mapa todavía flotan y van a la deriva algunos fragmentos de lo real.” (55)
Es en este ámbito donde puede hablarse de la virtualidad como la experiencia interactiva en el ámbito de los signos, en el espacio del mapa, desplazando al contacto directo con el otro, así como con el espacio y tiempo físicos. La cotidianidad humana muchas veces cae en el simulacro, vive en una realidad supuesta, habita un territorio hipotético. Antulio Sánchez, al reflexionar sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el modo de vida contemporáneo, asegura que “lo virtual está en el centro del orden de lo real” (22), pues se presenta a la vez como un “campo simulativo”, un entorno que rige nuestra convivencia, y como los efectos potenciales de ciertas causas que, “aunque se pierdan en el horizonte del tiempo, son virtuales en la medida en que llegan a realizarse” (22). Es decir, la virtualidad es, al mismo tiempo, una manifestación del presente y del futuro, de lo tangible y de lo intangible.
Lo anterior puede constatarse en la toma decisiones que el hombre común realiza en base a lo todavía inexistente, a lo que puede ocurrir en un futuro, poniendo más atención en los efectos que en las causas, pues “lo virtual es tomado como la posibilidad de ver por anticipado las consecuencias que podría tener una actitud o una opción que elegimos.” (Galicia 12) En ese sentido, lo virtual también transgrede la linealidad del tiempo: el presente es abolido en el incesante escrutinio del futuro.
La neurosis, esa patología de la Modernidad, se ha exacerbado al habitar un espacio y un tiempo sin coordenadas fijas, donde la manera tradicional de afrontar los dilemas éticos, sociales e, incluso, sexuales, aparece ineficaz. Ese sentimiento, propio del mundo globalizado que habitamos, es manifestado por los dos personajes de María Elena Aura en su obra Doble filo, con la cual obtuvo el Premio de la Asociación Mexicana de Críticos Teatrales en 1994. Incapaces de sostener sus tentativas amorosas, Anik y Gerardo son testigos del vaciamiento de los signos que los vinculan y de ellos mismos:
Anik se queda observando la pared en la que estuvieron escritas las palabras dibujando en el aire la frase: Amor libre.
Anik.– ¿Cuándo borraste las palabras?
Gerardo.– No las borré, perdieron su sentido. (77)
Baudrillard afirma que “si lo Real está desapareciendo, no es debido a su ausencia” (57), sino a la suplantación por el simulacro.
Entonces, ¿en qué paradigma teatral ubicar Doble filo? Si aceptamos el oxímoron que formuló Enrique Mijares en su libro La realidad virtual del teatro mexicano, el carácter realista está presente en obras que abordan los temas axiales de la convivencia social, pero haciéndolo desde la perspectiva de una ineludible globalidad “que condiciona nuestra vida actual … mediante la fuerza avasalladora de su virtualidad.” (113) Es decir, puesto que nuestra vida cotidiana está mediada por el simulacro y la ilusión, una representación que se asuma realista también debe considerar estos elementos.


El “tema axial” en la obra de Aura es la evolución de los roles de género en un contexto social que exige a las mujeres mayor participación en la esfera pública, sin eximirla de sus “responsabilidades” en la esfera privada, y viceversa para los hombres. De Anik y Gerardo podría decirse lo mismo que Enrique Mijares afirma de los protagonistas de Amada de noche y de Vete al diablo, vida mía (ambas de Antonio González Caballero):
ambos crucificados entre oprobiosas pautas de conducta impuestas por el atavismo y validadas por la hegemonía, roles inamovibles que convierten la vida conyugal en un combate de radicalismos e intransigencias, cuando el entorno a la vez diverso y plural, fragmentario y discontinuo, reclama con urgencia, como nunca antes, el respeto, la tolerancia y la convivencia en colaboración, la solidaridad y la armonía. (Frontera abierta 98)
Podríamos describir a Anik y a Gerardo como dos individuos que han aprendido los roles sexuales de una manera que resulta anacrónica, incompatible con una sociedad que requiere una convivencia más abierta entre hombres y mujeres:
Gerardo.– … ¿Por qué el amor no puede ser algo más simple?, en vez de esa posesión … y luego, tanto escándalo que hacemos por el sexo, como si hacer el amor no fuera una necesidad que no tiene nada que ver con nuestros sentimientos.
Anik.– Qué más quisiera uno que fuera como usted dice, pero no, ni pensarlo, eso que lo intenten los jóvenes, y ni ellos, tendrían que estar educados de otra manera.
Gerardo.– O sea que los que nacimos en otra época ya no tenemos derecho a reeducarnos. (Aura 15-16)
Recordemos que los roles sociales son complejos modelos de conducta interiorizados desde la infancia por la presión de distintas instituciones sociales: la familia, la escuela, los medios de comunicación, etc. Pero que, como afirma Abigaíl Huerta Rosas (parafraseando a Pierre Bourdieu), esas conductas que podrían parecer “repetitivas y mecánicas: son una forma de relacionarse activa y creadoramente con el mundo.” (8)
En Doble filo, es Anik quien demuestra mayor raigambre en su concepción del rol femenino. Así, en el segundo cuadro, cuando Gerardo le pregunta si no sabe trabajar, es decir, ser independiente,[1] ella responde: “Claro que sí, pero entonces para qué iba a querer a un hombre.” (15) Sin embargo, luego de su fracaso matrimonial, ella anhela su libertad y esa es la motivación para buscar un departamento dónde vivir por cuenta propia. Este será el departamento donde, paradójicamente, encuentra a Gerardo y surge la posibilidad de una nueva relación amorosa, con nuevas condicionantes.
Él, por su parte, aboga por un amor libre (como se demuestra en el penúltimo fragmento citado). Si bien el rompimiento con su primera esposa se debió a que ella le daba “las nalgas a cualquiera” y de ello acusa también a Anik (Aura 64); él asegura al principio que el rompimiento se debió a la coerción de su libertad por parte de Silvia. Podemos entender aquí por libertad el privilegio del sexo masculino para actuar en la esfera pública con autonomía; privilegio que en la sociedad actual ha sido discutido ampliamente en busca de una redefinición de los roles de género.
Incapaces de reprogramar su conducta, determinados por la rígida estructura social de la que forman parte, los personajes de la obra de Aura se creen impelidos a repetir sus experiencias de fracaso –“no podemos cambiar nuestra condición”, afirma Anik (36)–, y ven en el nuevo amante un reflejo de los anteriores, la posibilidad de repetir el pasado o empeorarlo:
Anik.– ¿Para qué?, si no sabe uno separarse a tiempo. Ya me imagino diciéndonos cosas peores de las que andábamos tratando de escapar. (22)
Anik.– … ¿Nunca has sentido como si ya hubieras estado en la misma situación? Como si eso que está pasando ya lo hubieras vivido… incluso las cosas que se dicen… hasta con las mismas palabras.
Gerardo.– ¿En los sueños, dices?
Anik.– … ¿Qué es lo que te obliga a repetirte, a buscar lo que sabes que en un tiempo muy corto, mucho más corto que la primera vez, vas a volver a perder?
Gerardo.– Es una forma de vivir. (42-43)
La palabra posibilidad, en el párrafo anterior, remite al principio de este ensayo, a ese vislumbrar los efectos antes que las causas: “Nuestro problema ya no es: ¿qué vamos a hacer con respecto a los acontecimientos reales, a la violencia real? Por el contrario, ahora es: ¿qué vamos a hacer con respecto de los acontecimientos que no tienen lugar?” (Baudrillard 33) Así, los espectadores presenciamos, desde el primer acto de Doble filo, la proyección del dilema de los personajes en sus distintas ramas irradiantes, contrastando momentos donde la ternura raya en lo cursi con otros sumamente violentos, como el cuadro III del primer acto que termina como sigue:
Anik a punto de la asfixia lucha por quitarse unas manos imaginarias que le rodean el cuello tratando de ahorcarla. Gerardo da unos pasos cautelosos hasta que de pronto suelta un manotazo, con el que supuestamente desarma a quien lo amenaza con una pistola. Estas acciones son simultáneas y coinciden en el momento en que Anik logra desasirse de las manos que la asfixian y Gerardo suelta el manotazo. Las luces se apagan súbitamente y se corta la música. (25)
En el primer acto los sucesos hipotéticos, posibles, simulados, se introducen de manera clara, mediante indicaciones en la didascalia que aluden a un ambiente de ensoñación (el sonido del violoncelo, el manejo de la iluminación, etc.) y en el diálogo con referencia a la imaginación y al futuro: “Gerardo.– (Con voz suave como de arrullo) Si te duermes, mi niña, mi corazón va a palpitar tranquilo” (32), o “Gerardo.– Piensa entonces en el futuro.” (39) Curiosamente, dichas “ilusiones” son atribuidas, en el primer acto, a la imaginación de Anik, probablemente recurriendo al prejuicio de ver al sexo femenino como propenso a la ensoñación y ajeno al raciocinio; prejuicio del cual participa la propia Anik:
Anik.– Ni yo lo hice ni nada, así que no sigamos discutiendo.
Gerardo.– Eso es más razonable, para que veas.
Anik.– ¡Razonable! Allí está el problema. Siempre estás defendiendo tu razón como si fuera la única. (30)
Gerardo.– No te pongas así, hay que ser razonables, estás imaginando cosas que no son. (65)
En el segundo acto, aparecen los indicios que aluden a la experiencia virtual de Gerardo, cómo vive él la relación amorosa:
Gerardo desesperado apaga la música de la casetera. La música se sigue escuchando como si llegara de lejos. Se cubre los oídos sin que cese la música. … La música varía de volumen y solamente Gerardo reacciona a los cambios como si él fuera el único que la escuchara. (62)
Gerardo.– Llevo siglos esperándote. Todo es tan confuso. Se me revuelven mis recuerdos con los tuyos. No puedo distinguir entre lo que fue verdad y lo que invento. (76)
Pero hay cuadros enteros que podrían considerarse ilusiones de ambos. De esta manera, la frontera que demarca realidad de ilusión se desdibuja para los personajes, pero también para el público espectador. Los indicios, que antes parecían tan claros, se vuelven ambiguos: una música de arpa se superpone a la de violoncelo, o simplemente ésta proviene de una casetera que participa de la realidad de los personajes. Este hecho genera la interactividad del texto teatral con el espectador, quien, “a partir del enigma, comienza a elaborar una serie de posibilidades al respecto queriendo dilucidar dónde y cuándo y qué sucede en escena” (El realismo 28), en palabras de Enrique Mijares.
La participación del espectador en el teatro que asume estas características ya no se limita a la reconstrucción de una historia secuencial, puesto que la anécdota ha perdido su centralidad, se muestra diferida y cada vez más insignificante –mínima, diría Mijares–: “lo que verdaderamente importa es la hábil recreación del cúmulo de influencias desordenadas que envuelven la vida cotidiana” (El realismo 67), es decir, la virtualización que media en las interacciones de los seres humanos con el mundo.
El manejo de la temporalidad también involucra al público: aunque entre el primer cuadro y el último de la obra se establece una clara inmediatez lógica –por la repetición del diálogo y la reaparición de las medias rotas, que llegan a constituirse en símbolo de la pasión–, el resto de los cuadros parecerían estar organizados de manera lineal, si bien con gran cantidad de elipsis y de escenas “virtuales”. Sin embargo, observando cada uno de los cuadros y la totalidad de la obra, puede considerarse que la estructura se ampara en el principio de fractalidad, es decir, que la mínima parte constitutiva representa el todo y viceversa.
Cada uno de los cuadros es una representación y actualización del dilema al cual se enfrentan los personajes: la imposibilidad de despojarse del pasado que los ha formado como los individuos que son en el presente; imposibilidad para dar una oportunidad a un futuro de comunión amorosa. Cada cuadro es, también, una ocasión para que los espectadores interpreten a los personajes y la circunstancia en la cual se encuentran. En este sentido, Enrique Mijares afirma que este tipo de estructuras comulgan con la polisemia y la obra abierta, pues cada uno de los espectadores compondrá a través de los fragmentos de la historia representada “un significado que deja de ser real y deviene virtual, porque, no importa cuál fuere el fragmento observado y el punto de mira elegido, el contexto se impone con toda su magnitud virtual inmisericorde.” (El realismo 27)
La característica fractal está emparentada con el hipertexto si imaginamos cada uno de los cuadros como una lexia que se entrelaza con las demás mediante hipervínculos, es decir, mediante las conexiones lógicas y semióticas que cada uno de los espectadores considere necesarias para interpretar la obra, en este caso Doble filo. De esta manera no sólo se propicia una virtualización del texto, sino del propio acto de leer que no implicaría una simple decodificación para acceder al pensamiento del autor (Frontera abierta 30), sino la concreción de un nuevo pensamiento, el del espectador.
Según su experiencia personal y su sensibilidad, el espectador jerarquiza los elementos que cohesionan la obra. En Doble filo, ¿cuáles son más importantes: el canto de los pájaros, la música de cello, las uvas, el gato, la pistola, las medias rotas, el diálogo que se repite? Es durante el proceso de recepción cuando se organizan los elementos representados, es decir, ya no es privilegio del dramaturgo –tampoco del director o los actores– definir, establecer de manera rotunda, la obra: “el orden, la estructura, el centro, es ahora, como debería haber sido siempre, construcción del espectador.” (Frontera abierta 35)
Cabe en este sentido, y acorde con lo que he venido expresando sobre las manifestaciones virtuales en Doble filo, aventurar la interpretación de uno de los elementos que mencionaba en la pregunta anterior: el gato. Presente a lo largo de la obra mediante sus maullidos (“Se escuchan los maullidos del gato que interfieren o se mezclan con la música constantemente”, 23), las comparaciones gatunas que se dicen los personajes (“Gerardo.– Qué manera tienes de mover el cuello. Parece como sí… no sé… sobre todo los gatos…”, 14; “… Yo no sabía, Anik, no lo sabía, pero éramos como dos gatos copulando con la muerte”, 79), la ironía (“Gerardo.– ¿Hiciste algo de cenar? / Anik.– Nada, pero algo habrá dejado el gato.”, 73) y las acciones de los personajes (“Se agacha [Anik]  y empieza a caminar como gato de una manera graciosa y tierna. Se acerca a Gerardo y se le pega a las piernas.”, 32-33).
Por el ruido que hace, sabemos que el gato está encerrado en el baño del departamento que los personajes desean alquilar. Pero este espacio también puede imaginarse como un fractal del espacio donde Anik y Gerardo interactúan:
Gerardo.– Si no tuviéramos que estar aquí encerrados, te invitaría a tomar un café.
Anik.– No estamos encerrados.
Gerardo.– (Dirigiéndose a la puerta) podríamos estarlo y ver qué pasa. (30)
El baño, mínimo espacio oculto a los espectadores, es una sinécdoque del departamento y, por tanto, lo que pasa en su interior se reproduce en el exterior. Y el gato mismo se va configurando como una alegoría de la relación que hay, podría o pudo haber entre ambos personajes.
Anik se pone de pie, va a la puerta del baño, la abre y se recarga en el marco.
Anik.– El amor estaba en este espacio.
Gerardo.– No, Anik, sigue en nosotros.
Anik.– Como un animal herido peleando contra una sombra. (77)
La idea de la experimentación, de “Podríamos estarlo y ver qué pasa”, nos devuelve al escrutinio del futuro y vivir a partir de las posibilidades, de las consecuencias. El amor de Anik y Gerardo es como el gato de la parábola con la que Erwin Shrödinger ejemplificaba las diferencias entre interacción y medida en la experimentación cuántica. En algún momento del experimento que Shrödinger proponía, y en apego a estricto a las posibilidades, el gato encerrado en una caja con un peligroso dispositivo, está a la vez vivo y muerto. Doble posibilidad cuya única certeza, al menos así lo creen los personajes de la obra, es la herida.
Esto también es una manifestación de la virtualidad, de la ilusión de la que habla Jean Baudrillard:
No hay forma de elegir entre estas hipótesis alternativas y tenemos que ser conscientes de que en el fin de toda teoría posible tendremos que tratar con dos eventualidades antinómicas, y que esta situación fatal nunca se va a resolver. (71)
En el espacio hipotético de la obra de Aura toda variante se configura como una daga de doble filo, las realidades se duplican, hieren por ambos lados.
Shrödinger resolvió el dilema del gato de una manera muy sencilla: abrir la caja y mirar. En este sentido, parecería que la única manera de saber si la relación fructificará es vivirla. En física cuántica se explica de la siguiente manera: “Al realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles.” (33) Es decir, actuar sobre el sistema, sobre la posibilidad de concretar una relación amorosa, implica desarticular la hiperrealidad, la superposición de realidades contradictorias, anular el simulacro.
La propuesta teatral de María Elena Aura pareciera reducirse a plantear el dilema del amor vivo/muerto al superponer dos realidades contradictorias: si en el primer cuadro es Gerardo quien se queda con el departamento en alquiler; en el último, es ella quien toma posesión, quien planea decorarlo con poco dinero y llenarlo con su soledad. “[L]lévate al gato y tu fantasma” (80), ordena Anik colocando en la misma categoría al gato de la parábola y a Gerardo, signo ya vacío del amante.
Impedidos para percatarse de vivir en una realidad virtual que les impide desmontar el simulacro, incidir verdaderamente en la estructura social que los condiciona y en sus propios destinos, Anik y Gerardo se consuelan con la forma a la que no necesitan conceder nuevos significados. Esa forma es su vida y el departamento: “Me gusta porque no tengo muebles, es decir, no pienso sacar nada … y sobre todo porque aquí no caben dos” (80), afirma Anik entre sollozos.
Si por una parte en la estructura de la obra podemos encontrar manifestaciones de la virtualidad que permiten al espectador colaborar con la creación del sentido, puesto que descentralizan el acto creativo y lo hacen más libre; por otra, los personajes inmersos en la hiperrealidad del simulacro son incapaces de escapar al determinismo de su pasado, pero también al de su futuro, anulando las posibilidades del presente, cerrando para siempre la puerta de esa caja o departamento en alquiler.


Obras citadas
Aura, María Elena. Doble filo. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 1999.
Baudrillard, Jean. La ilusión vital. Trad. Alberto Jiménez Rioja. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.
Galicia, Rocío. “La realidad hipertextual del teatro mexicano”. Mijares, Enrique. Frontera abierta. Vol. III. México: ICED-FORCAN-CONACULTA, 2010. pp. 7-25
Huerta Rosas, Abigaíl. “La construcción social de los sentimientos desde Pierre Bourdieu”. Iberoforum Año III, No 5, Enero-Junio 2008 [Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana]. pp. 1-11
López Icedo, Lander et al. Cuántica y relatividad. TOE’S (Teorías del todo). Página personal de Juan Manuel Gutiérrez-Zorrilla/Universidad del País Vasco. Web. 18 Mayo 2012. < http://www.ehu.es/zorrilla/juanma/Cuantica_Relatividad.pdf >
Mijares, Enrique. La realidad virtual del teatro mexicano. Durango: IMAC, 1999.
Mijares, Enrique. Frontera abierta. Vol. III. México: ICED-FORCAN-CONACULTA, 2010.
Sánchez, Antulio. Territorios virtuales: de internet hacia un nuevo concepto de la simulación. México: Taurus, 1997.



[1] Recordemos que para Virgina Woolf, en “Una habitación propia”, la independencia económica era un factor primordial para la liberación femenina.

Entradas populares